Invasores de mi mente fetida fueron , y hoy son mi esencia misma…
Me podrán decir que el ya antes se había escrito una historia similar a la que tengo que contarles, fue creo que la historia de cierto empleado Judío, un tal Gregorio. Pero esta aunque similar a la historia de este chico, no tiene en lo mas mínimo similitudes con él, pero me vi en la obligación de hacer esta aclaración por si surjan especulaciones al porno.
Mi historia señores es una historia envuelta en las mas irreverentes ideas, que aunque es cierto que es muy difícil que la tomen como un hecho verdadero, tengo que recordarles que si me pasó y hasta ahora lo estoy viviendo, que es cierto lo que aquel día de invierno invadió mi vida y me fue quitando muy lentamente el alma y toda la esencia de mi ser mismo.
No lo recuerdo muy bien, es que no soy muy bueno con los recuerdos, tan solo el vago aroma de su cuerpo me es real en estos momentos de angustia, en estos momentos en los que me doy cuenta de la fragilidad de la vida, y de la presencia de la nada, la única creadora de ideas y de miedos inofensivos pero muy expresivos, muy frenéticos, muy tóxicos para mis ojos. Pero la recuerdo tirada a un lado de la sabana, esa blanca sabana de algodón que hasta hoy la tengo guardada en ese sitio que me vio morir y me vio desangrar por culpa del amor bizarro. Ese sitio mágico en el cual mi único compañero era yo mismo, y hasta hoy lo sigo siendo, aunque tengo que reconocer que ella también me acompaña en ocasiones, me acompaña desnuda, con esa sonrisa frágil y excitante, esa sonrisa cálida, aquella en la cual me sumergí tantas veces como puede aletear un colibrí en 3600 segundos… si, ella siempre estuvo conmigo.
Su recuerdo, aunque tenue, me hace lagrimear cada vez que emerge desde el interior de mi mente inconsciente. Pero si quiero narrarles esta historia, necesariamente voy a tener que recurrir a un río de lagrimas o a un pañuelo aunque ahora ya no creo que sean lagrimas sino pus.
Ella era muy bonita, si pudiera definir la palabra “Bonita” seguro que no encajaría en nada de lo terrenal conocido, puesto que esa calificación, creo yo, vive en la mente de cada uno. Sus ojos nunca miraron a los míos, era como si nunca hubiesen tenido vida propia, como si fuesen un pedazo de la muerte entre nosotros, pero yo la amaba y eso nunca me importó.
Aquel fue un día largo, yo empecé a trabajar como ayudante en una construcción que estaba a un par de cuadras de mi casa, estaba sucio, como era de esperarse. Y ella sentada en frente a su casa me saludó, cosa que nunca había pasado, ella siempre me ignoró, me duele reconocerlo, pero es la verdad. En esos instantes me sentí el hombre mas feliz de la tierra, había estado con otras chicas, pero con una como ella nunca. Mis amigos dicen que no era muy linda, mas bien era flaca y no tenia la proporción de otras chicas con la que había salido. Pero algo inexplicable me atraía hacia ella, en esa época hubiera dicho que se trataba de la química, hoy pienso diferente.
Todo paso muy rápido, esto si lo recuerdo muy bien, esto nunca lo podré olvidar. Yo respondí a su saludo, y sin dejar de mirar aquellos ojos de la muerte me dirigí a mi casa y luego a mi habitación, me senté en la cama y estaba pasmado por lo que pasó, era estúpido y lo sabía, saludarme era cuestión de oportunidad, trate de racionalizar, y de entender que un saludo no significaba nada. Y a medida que me repetía eso en la cabeza mas profunda se volvía la llaga que se me había formado en mi alma con aquel saludo, agache la cabeza y un dolor en la frente me hacia ver mi sucia realidad. Cuando por la ventana volví a escuchar su voz, esa voz un tanto áspera que repetía mi nombre como espasmos estomacales, me incorpore y ella sin dejarme decir nada me pregunto si mi madre estaba en la casa. Mis padres habían ido a la casa de la abuela, la madre de mi mamá, puesto que la abuela se había operado de un calculo renal y ellos fueron a llevarla al control postoperatorio. De modo que la respuesta fue negativa- no, no está, mi reacción seguida fue preguntar por que quería saberlo eso, ella sin mirarme me volvió a preguntar la hora posible de regreso de mis padres, y le respondí conforme ellos me lo habían dicho, -recién mañana por la mañana, perfecto dijo ella, y me pidió que la espere, que vendría con una amiga, que la pasaríamos bien, yo sonreí con mas temor que ganas, estaba nervioso, y entendía muy poco lo que estaba ocurriendo. Pero lo único que me sobraba era esperar, entonces mientras me tome una ducha.
Al fin volvía a estar solo, rezaba para que no viniera, y así fue, nadie apareció esa noche, ni mis padres, ni Verónica ni nadie, solo la luna me hizo compañía, me dormí como a las tres de la mañana y me despertó un fuerte olor a animal muerto, al mismo tiempo que mi cuerpo se estremecía en fuertes y violentas contracciones. El Vomito no tardo en llegar, sentía como la fiebre aumentaba en mi cuerpo, me desvestí para tomar una ducha de agua fría, para bajar la fiebre y me percate de que mi ropa interior estaba empapada de un liquido espeso parecido al semen pero transparente. Supuse que era semen coagulado, o algún tipo de liquido seminal y me metí bajo el chorro de agua que me esperaba sediento. Me quede por mas o menos 30 minutos bajo el agua y ahora mi cuerpo parecía mas aliviado, parecía responder mejor a las ordenes emanadas de mi cerebro. Todo tenia color ocre, todo estaba teñido de un naranja pálido, casi tan pálido como el reflejo de la luna en el rostro de Verónica cuando decía todas aquellas preguntas sin sentido, y esas promesas que no se cumplieron… por suerte.
Creo que fue el miedo tímido y cruel de una persona asocial el que se apodero de mi en el momento de aceptar que Verónica vendría, creo que fue eso. Por eso no quería que viniera, tal vez en ese momento no estaba preparado para ella, aunque también suponía que ella no me quería a mi en esencia sino que solo quería mi ser, mi cuerpo. No me pregunten como lo sabia, tal vez ahora lo relaciono todo, pero eso es lo que recuerdo.
No recuerdo como fue, ni siquiera recuerdo lo que hice en ese preciso momento en el cual sentí cada vez con mas fuerza algo moverse en mi interior, al principio creí que era solo una indigestión producto de lo que había comido el día anterior en la obra. Hoy era Domingo y estaba solo en la casa, nadie podía ayudarme, estaba solo y me sentía muy mal.. Estos recuerdos si son muy patentes en mi, no así los otros, son como recuerdos espasmódicos, recuerdos que vienen y van como el viento de verano, como el polen en primavera, como esa contracción que tienen las féminas al alcanzar un orgasmo, como la sonrisa de un niño de meses, como la mirada de tu amada, como la fragancia del sándalo en una iglesia, en fin así son mis recuerdos, todos muy confusos, todos únicos y separados por grandes enigmas, grandes lapsus, pero a su vez unidos por algo en común, mi realidad…
Todo ese día me pase en la cama con espasmos, el sol aquel lunes me dio un puñetazo en la cara, y me tumbo a un lado de mi pieza, todo estaba roto, carcomido… me levante de un salto y empecé a hurgar entre mis cosas, mientras miraba y limpiaba aquel desastre de material corroído y de sustancia pegajosa, la misma sustancia que encontré el día anterior en mis pantalones, encontré algo muy raro en mi habitación, era una prenda intima femenina. ¿qué haría allí una prenda intima? No lo entendía hasta que alguien golpeo la puerta, era Verónica, entro casi desnuda (en realidad estaba desnuda en la parte de abajo) dio un salto para atrás y un grito casi inaudible, la pregunte que hacia allí, y me respondió que nada, no me miro (como de costumbre) se vistió la ropa y salió rápido de la habitación. Yo por mi parte intentaba recordar, ella estuvo desnuda en mi habitación, y yo no lo recordaba, en ese momento ya no me importaba el espado de mi cuarto ni si llegaba tarde o no al trabajo, solo me importaba recordarla desnuda (o semi desnuda) junto a mi. Pero el malestar no me lo dejaba, aunque su recuerdo estaba en mi retina, en mi región occipital… su sola imagen me daba nauseas.
Esa mañana sentí como algo se movía en mi interior, de niño yo había tenido parasitosis, tal vez eran los áscaris nuevamente, tal vez alguna colonia de giardias o algún que otro bicho de por esos lados intestinales. Pero los movimientos con el correr de las horas eran mas intensos, entonces pensé que el momento de tratar de averiguar lo que estaba pasando. Mis padres no llegaban, y el teléfono estaba en su habitación con llave, grite como para que alguien que pasara por la calle me escuche, pero todo fue inútil. Con mucha dificultad me dirigí hacia la puerta delantera cuando pase por habitación de mis padres pude percatarme de que la puerta estaba abierta., así era, estaba abierta todo estaba con el mismo desorden, todos los muebles estaban cubiertos con la solución gelatinosa y estaban como masticados. Encendí la luz para poder ver mejor lo que había adentro y poder marcar el teléfono cuando vi a dos esqueletos tendidos en el suelo, hachos casi polvo, destruidos casi con saña…
Trate de identificar a las osamentas pero todo intento era inútil, era imposible determinar quienes eran, al menos para mi que no tenia la mas mínima idea en medicina forense. Trate de pensar que se trataba de un robo y que los ladrones habían muerto por que se yo que motivos, cuando vi el añillo de matrimonios de mi madre en unos de los dedos de las calaveras, lo supe enseguida por la forma particular del tallado de la alianza. No se trataban de ningunos ladrones, eran mis padres.
Ya el desconcierto era grande, ¿será que Verónica los mató? Me preguntaba. Pero las contracciones en mi estomago eran cada vez mas fuertes e insoportables, arrastrándome me dirigí al baño y vomite, en esta oportunidad era una sustancia espesa blanquecina, cuando me incorpore como para lavarme la boca pude ver como se movía en el interior del inodoro algo, me acerque y vi a un insecto o algo así moviéndose, trate de despejar la solución con un trozo de papel y me di cuenta que había mas de estos animalitos en su interior. Eran miles, ¿pero que eran? Parecían ser cucarachas. ¿Pero de donde saldrían?
Efectivamente eran cucarachas y salían de mi, de mi estomago, de mi interior. No supe como reaccionar, me senté en el piso frío y sucio del baño y cada tanto veía como esas criaturas se comían unas a otras. La puerta se abrió abruptamente y se escucho la voz de Verónica llamándome, la voz casi no me salía, pero alcancé a decir que estaba en el baño, ella apareció delante de una potente luz y se me acerco con otra persona, la segunda persona tenia algo familiar para mi pero no la reconocía. Verónica me pregunto si ya sabía que sucedía, y le dije que no, implorándola que me lo diga si ella sabía algo, con una sonrisa, Sonia, su amiga, me dijo: – mataste a tus viejos, es eso lo que paso. ¿No ves imbécil? Yo con mas confusión que lucidez le pregunte una vez mas a Verónica si sabia lo que había pasado. Ya la respuesta fue el silencio.
Verónica se desnudo lentamente frente a mi, mientras yo sentía el mismo movimiento de mi vientre pero en todo el cuerpo, y podía ver y sentir como las diminutas cucarachas perforaban mi piel y salían al exterior dirigiéndose directamente a la boca de Verónica. Esta entro en una especie de euforia y podía sentir sus jadeos. Mientras Sonia también se desvestía, yo estaba postrado en el suelo blanco de azulejos resplandecientes manchados con sangre, con mi sangre.
Yo miraba mi cuerpo deformado convertirse en una bolsa de poros dilatados, de cráteres supurantes de vida, vida invertebrada y caníbal. Las miraba a ellas lamiéndose entre si sus cuerpos desnudos y bellos cuando de mi nariz y mis oídos también empezaron a salir los divinos pobladores de mi cuerpo, los frutos del amor nocturno, aquel amor que en éxtasis del éxodo de mis crías se hacia presente y muy vívido, muy real, y allí lo comprendí todo, allí comprendí que amaba a Verónica, y que el destino de mis padres era ese, el amor necesita de mártires, y ellos son los mártires de nuestro un amor de proporciones inimaginables un amor no humano, un amor instintivo, uno que tiene como fin supremo la especie.
¿Y Sonia? Sonia sigue allí, en nuestro lecho, en nuestra cama acomodando nuestro huevesillos, producto de no se que cosa, producto de nuestro amor extraño, infernal. Verónica me inoculo la vida eterna, me dio la clave para vivir como deberían vivir todos los humanos, de acuerdo con las leyes naturales, de acuerdo con su especie, hoy tal vez ya no soy humano, hoy tal vez solo soy producto de mi ambiente, hoy soy un ser que esta en ese sitio mágico, hoy quizá descanso en este rincón mágico desde donde les cuento esta historia, sigo aquí, cómodo, en el cráneo de mi madre… el único sitio en donde puedo estar conmigo mismo, aunque a veces ella también venga y comparta conmigo nuestro destino…
…una cucaracha siempre esta desnuda…